miércoles, 27 de febrero de 2013


REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL
LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO BARQUISIMETO
“LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA”







Teorías sociológicas










Alumnos:
 Marcano Mirwill Correo: mirwill_458@hotmail.com
Almao Yulexy. Correo: yulexi_almao-1995@hotmail.com
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Gil Ángel: Correo: angelantonio549otmail.com
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Zambrano Gabriela Correo: gaby_abby@hotmail.com
Lizardo Daniela Correo: danielalejandralizardo@hotmail.com
Arenas Lucy Correo: luciangely_18@hotmail.com
Quilimaco José Correo: jo0z3_q@hotmail.com
Profesor:
Jorge José Pérez Valera.
Sección:
1IQU04

Enero, 2013
 Hermenéutica

La hermenéutica  es la interpretación de textos en la teología, la filología y la crítica literaria. En la filosofía es la doctrina idealista según la cual los hechos sociales (y quizás también los naturales) son símbolos o textos que deben interpretarse en lugar de describirse y explicarse objetivamente.

Origen y evolución de la hermenéutica

El término hermenéutica proviene del verbo griego ρμηνεύειν (jermeneueien) que significa interpretar, declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir. Significa que alguna cosa es vuelta comprensible o llevada a la comprensión. Se considera que el término deriva del nombre del dios griego Hermes, el mensajero, al que los griegos atribuían el origen del lenguaje y la escritura y al que consideraban patrono de la comunicación y el entendimiento humano; lo cierto es que este término originalmente expresaba la comprensión y explicación de una sentencia oscura y enigmática de los dioses u oráculo, que precisaba una interpretación correcta.

El término hermenéutica deriva directamente del adjetivo griego ρμηνευτικ, que significa (saber) explicativo o interpretativo, especialmente de las Sagradas Escrituras, y del sentido de las palabras de los textos, así como el análisis de la propia teoría o ciencia volcada en la exégesis de los signos y de su valor simbólico.

Estructuras básicas de la comprensión

1.      Estructura de horizonte: el contenido singular y aprendido en la totalidad de un contexto de sentido, que es preaprendido y coaprendido.
2.      Estructura circular: la comprensión se mueve en una dialéctica entre la precomprensión y la comprensión de la cosa, es un acontecimiento que progresa en forma de espiral, en la medida que un elemento presupone otro y al mismo tiempo hace como que va adelante.
3.      Estructura de diálogo: en el diálogo mantenemos nuestra comprensión abierta, para enriquecerla y corregirla.
4.      Estructura de mediación: la mediación se presenta y se manifiesta en todos los contenidos, pero se interpreta como comprensión en nuestro mundo y en nuestra historia.

Teoría sociológica interpretativa- Interaccionismo Interpretativo

La Teoría interpretativa tiende a tener estudios muy significativos y complejos donde varios autores simplifican su género funcionalista concretado en un entorno ciclo social donde imperan estudios de conducta percepción y análisis persuasivos del ser humano. La sociología interpreta esa conectividad del hombre con las demás ciencia aplicadas en diferentes funciones y como pudiesen ser interpretadas para coaccionar en las actitudes y formas interpretativas en diversas actividades en la vida humana.

En el contexto de la sociología interpretativa se manifiestan los planteamientos que hacen surgir la teoría del encuadre o del framing. Sin embargo, el concepto como tal aparece en el ámbito de la psicología y es Erving Goffman, quien, al recogerlo en su trabajo, añade los matices sociológicos que adoptará el término también en los estudios de los medios de comunicación. Esta teoría tuvo su nacimiento y desarrollo por parte de Williams Isaac Tomas en el año 1923.

Todas las aportaciones de estos estudios se han englobado en lo que en el mundo científico, incluso en el castellano parlante, se ha denominado como teoría del framing. Hay que precisar que utilizando el término inglés, se ha pretendido asumir una postura ecléctica que concilie las distintas traducciones posibles, como "enfoque", "encuadre", "marco" o incluso "formato" Ahora bien, desde este trabajo se propone considerar el empleo de "teoría del encuadre" como equivalente a "teoría del framing", puesto que entiendo que ambos modos de expresión responden al mismo objeto de análisis, sobre todo cuando se refieren al ámbito de los medios de comunicación, la mejor forma de expresar artículos con mensajes exteriorizados y dirigidos a las diferentes conductas humanas usando el sentido crítico de interpretación ciclo social.

Desarrollo (la ciencia social interpretativa en la Sociología)

La teoría del encuadre o framing tiene su origen en el desarrollo de la denominada sociología interpretativa, aquella que reúne "variantes recientes de la sociología, que concentran su atención en los procesos intersubjetivos de definición de la situación. Es decir, en este ámbito, la sociología se acerca a los intereses de la teoría del conocimiento y pone el acento en que las aproximaciones a la realidad por parte de los individuos se hacen teniendo en cuenta las aportaciones de los demás.

El concepto de "definición de la situación" es introducido por (William Isaac Thomas) en 1923 al afirmar que "las situaciones definidas como reales son reales en sus consecuencias". De manera que la realidad interpretada pasa a constituirse como la realidad social por excelencia. Antes de actuar, el individuo se hace una idea de la situación que tiene ante él, consultando con sus actitudes y conocimientos previos. Las personas no responden directamente a los hechos objetivos, sino que lo hacen con referencia a su interpretación. Esta interpretación, con contenidos normativos y sociales, condiciona su respuesta.

Max Weber (1864-1920). También hizo aportes en lo que respecta con  la doctrina de la sociología interpretativa,  es bien conocida y debatida dada su controversia. Esta tesis asegura que la investigación social, económica e histórica no puede nunca ser totalmente inductiva o descriptiva ya que uno debe siempre aproximarse a ella con un aparato conceptual. Este aparato fue identificado por Weber como tipo ideal. Se basa en lo siguiente: un tipo ideal se forma a partir de características y elementos de ciertos fenómenos dados, pero no intenta corresponderse con todas las características de un caso particular. Es interesante compararlo con el concepto de Ferdinand Tönnies de tipo normal.

Weber concedió que el empleo de tipos ideales era una abstracción, pero afirmaba que sin embargo era esencial si uno pretendía entender cualquier fenómeno social particular, ya que, a diferencia de los fenómenos físicos, ellos involucran comportamientos humanos que deben ser interpretados por tipos ideales. Esto, junto con su argumentación antipositivista, puede ser visto como la justificación metodológica para la asunción del hombre económico racional (Homo economicus).

Teoría Sociológica Simbólica – Interaccionismo Simbólico

George Herbert Mead, es la “raíz sociológica de la acción comunicativa” y es la raíz teórica del interaccionismo simbólico. Escribió “la mente, el sí mismo y la sociedad”, en su formación recibió influencia de Wundt, con quien aprendió a analizar el gesto como comunicación.

La propuesta de Mead es que la mente y el sí mismo emergen de un proceso social de individuación que va progresivamente desde el gesto hasta el otro generalizado, pasando por el símbolo significativo que es el salto cualitativo que se desencadena ese proceso constitutivo y exclusivo de la conducta humana. Mente, sí mismo y sociedad son fases entrelazadas de una acción que es esencialmente interacción comunicativa. El fenómeno social que es el eje donde se da esta construcción compleja de la individualización por la socialización es el lenguaje, o en palabras de Mead, el gesto vocal.

Las Ideas de George Herbert

Para Mead, la psicología social tradicional partía de la psicología del individuo para explicar la experiencia social; Mead, en cambio, dio siempre prioridad al mundo social para comprender la experiencia social. Mead (1934-1962) lo explica así:

En psicología social no construimos la conducta del grupo social en términos de la conducta de los distintos individuos que lo componen; antes bien, partimos de un todo social determinado de compleja actividad social, dentro del cual analizamos (como elementos) la conducta de cada uno de los distintos individuos que lo componen. Es decir intentamos explicar la conducta del individuo en términos de la conducta organizada del grupo social en lugar de explicar la conducta organizada del grupo social en términos de la conducta de los distintos individuos que pertenecen a él. Para la psicología social, el todo (la sociedad) es anterior a la parte (el individuo), no la parte al todo; y la parte es expresada en términos del todo, no el todo en términos de la parte o las partes.

Principalmente  el Interaccionismo simbólico surge en el pensamiento de Mead y se desarrollo en la universidad de Chicago. Este filósofo encuentra entre los precursores fundamentales de la comunicación social desde la sociología Aunque él no era sociólogo,  su importancia para la socióloga y en particular para la sociología de la educación, reside en el papel del proceso de interacción en el desarrollo de la personalidad. Para Mead la fragilidad biológica del ser humano al nacer, lo obliga a interactuar y cooperar con otros para asegurar sus supervivencia.
Entre sus conceptos claves de sus estudios se encuentra la inteligencia. Para Mead la inteligencia no es una propiedad individual de una persona, que residente en su masa neuronal. Para Mead la Inteligencia es una construcción social que se desarrolla a lo largo de la historia de una comunidad.
Los procesos mentales

En su análisis de los procesos mentales Mead emplea una serie de conceptos similares que conviene distinguir. Antes de hacerlo, es importante señalar que Mead solía pensar en términos de procesos más que de estructuras o contenidos. De hecho, a Mead se le ha llamado con frecuencia «filósofo de los procesos

Mead decía que el todo social precede a la mente individual lógica y temporalmente. En la teoría de Mead, como veremos más tarde, el individuo consciente y pensante es lógicamente imposible sin un grupo social que le precede. El grupo social es anterior, y es él el que da lugar al desarrollo de estados mentales auto consciente. George menciona que los animales tienen inteligencia irracional, pero a diferencia de ellos, los humanos tienen inteligencia racional o razón.

El acto

Mead  considera el acto como la «unidad más primitiva» de su teoría (1982).  No es en sí un fenómeno emergente, sino la base de toda emergencia. En otras palabras, el acto es la base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis de Mead. Es en su análisis del acto cuando Mead se aproxima más al enfoque del conductista y se centra en el estímulo y la respuesta. Ahora bien, Mead creía que el estímulo no provocaba una respuesta automática e irreflexiva en el actor humano. Como señaló: «Concebimos el estímulo como una ocasión u oportunidad para actuar, no como una compulsión o mandato»

El acto se divide en cuatro fases:

1.      El Impulso: Reacción a un estímulo sensorial inmediato y la reacción del actor al estimulo, la necesidad de hacer algo como respuesta.
2.      Percepción: Es la capacidad que tiene un individuo para seleccionar. Busca y reacciona a un estimulo relacionado con un impulso.
3.      Acción: Una vez que se ha manifestado el impulso y el objeto ha sido percibido, el siguiente paso es la manipulación del objeto o, en términos más generales, la acción que la persona emprende con respecto a él.
4.      Consumación: Satisfacer el impulso.

Junto a su teoría nace El Self, que es la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto. Esta capacidad es un proceso social que tiene que ser desarrollado desde las primeras experiencias de socialización.

Posee dos fases, que son las siguientes:

1.      El yo: Respuesta inmediata de un individuo a otro.
2.      El mí: Es el conjunto organizado de actitudes de los demás que una persona asume.

El Gesto

El gesto es para Mead, el mecanismo básico del acto social en particular y del proceso social en general. Los gestos son movimientos del primer organismo que actúan como estímulos específicos de respuestas (socialmente) apropiadas del segundo organismo.

Símbolos Significantes

Un símbolo significante es una suerte de gesto que sólo los humanos son capaces de realizar. Los gestos se convierten en símbolos significantes cuando surgen de un individuo para el que constituyen el mismo tipo de respuesta (no necesariamente idéntica), que se supone provocarán en aquellos a quienes se dirigen. Sólo logramos la comunicación cuando empleamos símbolos significantes; la comunicación, en su sentido más completo, no es posible entre hormigas, abejas, etc.

 Los gestos físicos pueden ser símbolos significantes, pero como ya hemos visto, no lo son propiamente porque las personas no pueden ver u oír con facilidad sus propios gestos físicos. Así, son las vocalizaciones las que suelen convertirse en símbolos significantes, si bien no todas se convierten en ellos. El conjunto de gestos vocales que tiene mayor probabilidad de convertirse en símbolos significantes es el lenguaje: “Un símbolo que responde a un significado en la experiencia del primer individuo y que también evoca ese significado en el segundo individuo. Cuando el gesto llega a esta situación, se ha convertido en lo que llamamos «lenguaje». Es ahora un símbolo significante y representa cierto significado. En una conversación de gestos, sólo se comunican gestos”. Sin embargo, el lenguaje implica la comunicación tanto de gestos como de sus significados.

Principales Raíces Históricas
Pragmatismo
Conductismo
Entre el reduccionismo y el sociologismo

Principales Raíces Históricas

Comenzamos nuestro análisis del interaccionismo simbólico con las ideas de Mead2, quien, en realidad, enseñó filosofía y no-sociología en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta 1931 (Faris, 1970). Sin embargo, muchos estudiantes de doctorado de sociología eligieron sus cursos. Fueron sus alumnos los que posteriormente vertieron la «tradición oral» del interaccionismo simbólico de Mead (M. Kuhn, 1964) al reino de la escritura, ya que utilizaron los apuntes de las clases de Mead para construir su importante obra, Mind, Self and Society: FromtheStandpoint of a Social Behaviorist [Espíritu, persona y sociedad. Desde el punto de vista del conductismo social] (Mead, 1934/1962). Las raíces intelectuales más influyentes de la obra de Mead en particular y del interaccionismo simbólico en general, son la filosofía del pragmatismo y el conductismo psicológico (Joas, 1985; Rock, 1979)3.

Pragmatismo

El pragmatismo es una amplia perspectiva filosófica en la que pueden identificarse diversos aspectos que influyeron en el desarrollo de la orientación sociológica de Mead (Charon, 1985). En primer lugar, para los pragmáticos la verdadera realidad no existe «fuera» del mundo real; «se crea activamente a medida que actuamos dentro y hacia el mundo» (Hewitt, 1984: 8; véase también Shalin, 1986). En segundo lugar, las personas recuerdan y basan su conocimiento.

Identificamos tres aspectos centrales del interaccionismo simbólico: (1) el análisis de la interacción entre el actor y el mundo; (2) una concepción del actor y del mundo como procesos dinámicos y no como estructuras estáticas; y (3) la enorme importancia asignada a la capacidad del actor para interpretar el mundo social.

El último aspecto es el que resalta en la obra del filósofo pragmático John Dewey. Dewey no concebía la mente como una cosa o una estructura, sino como un proceso de pensamiento que implicaba una serie de fases. Estas fases son: la definición de los objetos del mundo social, la determinación de los posibles modos de conducta, la anticipación de las consecuencias de cursos alternativos de acción, la eliminación de posibilidades improbables y, finalmente, la elección del modo óptimo de acción (Stryker, 1980). Este enfoque sobre los procesos de pensamiento influyó profundamente en el desarrollo del interaccionismo simbólico. De hecho, David Lewis y Richard Smith afirman que Dewey (junto a William James) influyó más en el desarrollo del interaccionismo simbólico que Mead.

Incluso llegaron a señalar que «la obra de Mead se sitúa en la periferia de la corriente principal de la sociología inicial de Chicago» (Lewis y Smith, 1980: xix)

Estos autores distinguían entre dos tipos de pragmatismo: el “realismo filosófico” (asociado a Mead) y el «pragmatismo nominalista» (relacionado con Dewey yJames). En su opinión, el interaccionismo simbólico recibió una mayor influencia del enfoque nominalista e incluso era incompatible con el realismo filosófico. La perspectiva nominalista consiste en afirmar que, aunque los macro fenómenos existen, no tienen «efectos independientes y determinantes sobre la conciencia yla conducta de los individuos» (Lewis y Smith, 1980: 24). Esta perspectiva«concibe los individuos como actores existencialmente libres que aceptan, rechazan, modifican o, en cualquier caso, "definen" las normas, los roles, las creencias, etc. de la comunidad de acuerdo con sus intereses personales y planes del momento» (Lewis y Smith, 1980: 24). En cambio, para los realistas sociales lo importante es la sociedad y cómo constituye y controla los procesos mentales delos individuos. Los actores no son libres, sus cogniciones y conductas están controladas por el conjunto de la comunidad

Dada esta distinción, podemos comprobar que la obra de Mead se acomoda más bien en la perspectiva realista y, por tanto, no conecta con la dirección nominalista que adoptó el interaccionismo simbólico. Herbert Blumer es el principal representante de esta última dirección, aunque sostuvo que trabajaba con un enfoque meadiano. La cuestión de las diferencias entre Mead y Blumer es importante; la volveremos a tocar más adelante en este capítulo cuando nos ocupemos de la metodología. En el nivel de la teoría Lewis y Smith captaron la esencia de sus diferencias: Blumer... se orientó completamente hacia el interaccionismo psíquico... A diferencia del conductista social meadiano, el interaccionista psíquico mantiene que los significados de los símbolos no son universales y objetivos; antes bien, los significados son individuales y subjetivos en el sentido de que es el receptor el que los «asigna» a los símbolos de acuerdo con el modo en que los “interpreta”. (Lewis y Smith, 1980: 172)

Conductismo

La interpretación de Lewis y Smith de la obra de Mead se ve reforzada por el hecho de que Mead recibió también la influencia del conductismo psicológico (J. Baldwin, 1986, 1988a, 1988b), perspectiva que también le condujo en una dirección realista y empírica. De hecho, Mead distinguió claramente su conductismo social del conductismo radical de John B. Watson (que fue uno de los alumnos de Mead).

A los conductistas radicales seguidores de Watson (K. Buckley, 1989) les preocupan las conductas observables de los individuos. Se centran en los estímulos que provocan las respuestas, o conductas, en cuestión. Rehusaron asignar demasiada importancia a los procesos mentales encubiertos que ocurrían en el tiempo que mediaba entre el estímulo y la emisión de la respuesta. Mead reconocía la importancia de la conducta observable, pero también creía que había aspectos encubiertos de la conducta ignorados por los conductistas radicales.

Pero como asumía el empirismo básico del conductismo, Mead no se contentó con filosofar en torno a estos fenómenos encubiertos. Intentó, pues, extender la ciencia empírica del conductismo a ellos, es decir, a lo que ocurre entre el estímulo y la respuesta. Bernard Meltzer resumió así la postura de Mead:

Para Mead, la unidad de estudio era «el acto», que comprende tanto aspectos encubiertos como aspectos descubiertos de la acción humana. Dentro del acto, la totalidad de las diferentes categorías de las psicologías ortodoxas tradicionales encuentran su lugar. La atención, la percepción, la imaginación, el razonamiento, la emoción, etcétera, son consideradas como parte del acto... el acto, pues, engloba todos los procesos implicados en la actividad humana. (Meltzer, 1964/1978: 23) Mead y los conductistas radicales también disentían en sus ideas sobre la  relación entre la conducta humana y animal. Mientras los conductistas radicales solían no identificar diferencia alguna entre los humanos y los animales, Mead afirmaba que había una diferencia cualitativa importante. Esta diferencia residía en que los humanos poseen facultades mentales que les permiten utilizar el lenguaje entre el estímulo y la respuesta para decidir su respuesta.

Mead reconoció su deuda con el conductismo watsoniano, a la vez que expresaba también su alejamiento de él. Ello quedó muy claro cuando afirmó: «Enfocaremos este último campo [la psicología social] desde un punto de vista conductista». Pero al mismo tiempo criticaba la perspectiva de Watson cuando señalaba: «El conductismo que utilizaremos nosotros es más adecuado que el que emplea Watson» (1934/1962: 2, cursivas añadidas). Charles Morris, en su introducción a Mind,Self and Society, enumeró tres diferencias básicas entre Mead y Watson. En primer lugar, Mead calificó de demasiado simplista el enfoque excluyente de Watson. En efecto, acusó a Watson de sacar la conducta de su amplio contexto social. Mead prefirió analizar la conducta como una pequeña parte del complejo mundo social.

En segundo lugar, Mead acusó a Watson de no estar dispuesto a extender el conductismo a los procesos mentales. Watson carecía de una concepción de la conciencia y los procesos mentales del actor, como Mead señaló vívidamente: «La actitud de John B. Watson fue la de la Reina de Alicia en el país de las maravillas:"¡Cortadles la cabeza!"; tales cosas no existían. No existía la imaginación ni la conciencia» (1934/1962: 2-3). Mead contrapuso su perspectiva a la de Watson: «Es conductista, pero, a diferencia del conductismo watsoniano, reconoce las partes del acto que no aparecen a la observación externa» (1934/ 1962: 8).

Concretamente, Mead se trazó la tarea de extender los principios del conductismo watsoniano a los procesos mentales. Finalmente, como Watson rechazaba la mente, Mead percibió en su obra una imagen pasiva del actor en la que éste aparecía como un títere. Mead tenía una concepción más dinámica y creativa del actor, y esto es lo que atrajo a los interaccionistas simbólicos posteriores.

El pragmatismo y el conductismo, en especial los representados por las teorías de Dewey y de Mead, se transmitieron a muchos estudiantes de doctorado de la Universidad de Chicago principalmente durante los años veinte. Estos estudiantes, entre ellos Herbert Blumer, fundaron el interaccionismo simbólico. Indudablemente, otros teóricos destacados, entre ellos Georg Simmel, influyeron también en estos estudiantes. El interés de Simmel por las formas de la acción y la interacción era compatible con la teoría mediana. Por supuesto, el desarrollo de la interacción simbólica estuvo influido por otras teorías, pero el pragmatismo, el conductismo radical y la teoría de Simmel son, con diferencia, las influencias más importantes.

Entre el reduccionismo y el sociologismo Blumer acuñó el término interaccionismo simbólico en 1937 y escribió varios ensayos instrumentales para su desarrollo. Mientras Mead se afanó por diferenciar el interaccionismo simbólico naciente del conductismo, Blumer creía que el interaccionismo simbólico batallaba en dos frentes. Primero, contra el conductismo reduccionista que preocupaba a Mead. En segundo lugar, estaba la grave amenaza de las teorías sociologistas macro, en especial del funcionalismo estructural. Para Blumer, el conductismo y el funcionalismo estructural tendían a centrarse en los factores (tales como los estímulos externos y las normas) que determinaban la conducta humana. En opinión de Blumer, ambas perspectivas ignoraban los procesos cruciales por los que los actores confieren significado a las fuerzas que actúan sobre ellos y sus propias conductas (Morrione, 1988).

Desde el punto de vista de Blumer estaba claro que los conductistas eran reduccionistas psicológicos, porque subrayaban la influencia de los estímulos externos sobre la conducta humana. Además del conductismo le inquietaban otros muchos tipos de reduccionismo psicológico. Criticó también a los que intentaban explicar la acción humana basándose en las nociones convencionales del concepto de «actitud» (Blumer, 1955/1969: 94). Para él, la mayoría de los que utilizaban este concepto interpretaban la actitud como una «tendencia pre organizada» del actor; solían concebir las acciones como si estuvieran dictadas por las actitudes. Desde su punto de vista se trataba de una reflexión muy mecanicista; lo importante no era la actitud como una tendencia internalizada, sino como «el proceso definitorio a través del cual el actor forja su acto» (Blumer, 1955/1969: 97). También criticó a los que se centraban en los motivos conscientes e inconscientes. En particular le irritaba la idea de que los actores se movieran por impulsos independientes y mentalistas sobre los que supuestamente no tenían control.

La teoría freudiana, que considera que los actores están impulsados por fuerzas tales como la libido, constituye un ejemplo del tipo de teoría psicológica al que se oponía Blumer. En suma, se oponía a toda teoría psicológica que ignorara el proceso por el que los actores construían el significado: el hecho de que los actores tienen self y de que se relacionan consigo mismos. Así, las críticas generales de Blumer se asemejan a las de Mead, pero aquél fue mas lejos al criticar también otras formas de reduccionismo psicológico. Blumer también se oponía a las teorías sociologistas (en especial al funcionalismo estructural) que consideran que la conducta individual está determinada por macrofuerzas exteriores. Blumer incluyó en esta categoría teorías que se centraban en factores culturales y socio-estructurales tales como «"el sistema social", "la estructura social", "la cultura", "la posición de estatus", "el rol social", "la costumbre", "la institución", "la representación colectiva", "la situación social", "la norma social", y "los valores"» (Blumer, 1962/1969: 83). Las teorías sociologistas, como las conductistas, ignoran la importancia del significado y de la construcción social de la realidad. He aquí cómo Blumer resumió sus críticas de las teorías sociologistas y psicológicas:

En sendas explicaciones típicamente sociológicas y psicológicas los significados de las cosas para los seres humanos que actúan son bien ignorados, bien absorbidos por los factores utilizados para explicar su conducta. Si se declara que determinados tipos de conducta son el resultado de unas fuerzas particulares que las producen, no hay necesidad alguna de preocuparse por el significado de las cosas hacia las que actúan los seres humanos.

(Blumer, 1969b: 3)Puestos en antecedentes, estamos ya preparados para analizar los principios básicos del interaccionismo simbólico. Primero, sin embargo, examinaremos las ideas de George H. Mead, el pensador más importante en la fundación del interaccionismo simbólico, y su obra más destacada, Mind, Self and Society. La obra de Mead está lejos de tener sólo un interés meramente histórico, y ello se demuestra en una obra reciente sobre el interaccionismo simbólico, SignifyingActs, en la que su autor, Robert Perinbanayagam le considera «un genio de primer orden» y señala que su libro «es, después de todo, un estudio de las ideas de Mead» (1985: xiii).






























Referencias bibliográficas

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Ortiz-Osés, Andrés & Lanceros, Patxi (2005). Claves de hermenéutica: para la filosofía, la cultura y la sociedad. Bilbao: Universidad de Deusto. Departamento de Publicaciones.

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Velasco Gómez, Ambrosio (1995). "Filosofía de la ciencia, hermenéutica y ciencias sociales" en /Revista Ciencia y Desarrollo/ No. 125, Noviembre-Diciembre 1995.

Weber, Max. "Conceptos sociológicos fundamentales" en Economía y Sociedad, México,/Fondo de Cultura Económica, 1977 pág. (156-180)

















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