REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL
LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO BARQUISIMETO
“LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA”
Teorías
sociológicas
Alumnos:
Marcano
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Arenas
Lucy Correo: luciangely_18@hotmail.com
Quilimaco
José Correo: jo0z3_q@hotmail.com
Profesor:
Jorge José Pérez Valera.
Sección:
1IQU04
Enero, 2013
Hermenéutica
La hermenéutica es la interpretación de textos en la
teología, la filología y la crítica literaria. En la filosofía es la doctrina
idealista según la cual los hechos sociales (y quizás también los naturales)
son símbolos o textos que deben interpretarse en lugar de describirse y
explicarse objetivamente.
Origen y evolución de la
hermenéutica
El término hermenéutica proviene del verbo
griego ἑρμηνεύειν (jermeneueien) que significa interpretar, declarar, anunciar,
esclarecer y, por último, traducir. Significa que alguna cosa es vuelta
comprensible o llevada a la comprensión. Se considera que el término deriva del
nombre del dios griego Hermes, el mensajero, al que los griegos atribuían el
origen del lenguaje y la escritura y al que consideraban patrono de la
comunicación y el entendimiento humano; lo cierto es que este término
originalmente expresaba la comprensión y explicación de una sentencia oscura y
enigmática de los dioses u oráculo, que precisaba una interpretación correcta.
El término hermenéutica deriva directamente
del adjetivo griego ἑρμηνευτικἡ, que significa (saber) explicativo o interpretativo, especialmente de
las Sagradas Escrituras, y del sentido de las palabras de los textos, así como
el análisis de la propia teoría o ciencia volcada en la exégesis de los signos
y de su valor simbólico.
Estructuras básicas de la comprensión
1.
Estructura de horizonte: el
contenido singular y aprendido en la totalidad de un contexto de sentido, que
es preaprendido y coaprendido.
2.
Estructura circular: la
comprensión se mueve en una dialéctica entre la precomprensión y la comprensión
de la cosa, es un acontecimiento que progresa en forma de espiral, en la medida
que un elemento presupone otro y al mismo tiempo hace como que va adelante.
3.
Estructura de diálogo: en el
diálogo mantenemos nuestra comprensión abierta, para enriquecerla y corregirla.
4.
Estructura de mediación: la
mediación se presenta y se manifiesta en todos los contenidos, pero se
interpreta como comprensión en nuestro mundo y en nuestra historia.
Teoría sociológica interpretativa- Interaccionismo
Interpretativo
La Teoría interpretativa tiende a tener
estudios muy significativos y complejos donde varios autores simplifican su
género funcionalista concretado en un entorno ciclo social donde imperan
estudios de conducta percepción y análisis persuasivos del ser humano. La
sociología interpreta esa conectividad del hombre con las demás ciencia
aplicadas en diferentes funciones y como pudiesen ser interpretadas para
coaccionar en las actitudes y formas interpretativas en diversas actividades en
la vida humana.
En el contexto de la sociología interpretativa
se manifiestan los planteamientos que hacen surgir la teoría del encuadre o del
framing. Sin embargo, el concepto como tal aparece en el ámbito de la
psicología y es Erving Goffman, quien, al recogerlo en su trabajo, añade los
matices sociológicos que adoptará el término también en los estudios de los
medios de comunicación. Esta teoría tuvo su nacimiento y desarrollo por parte
de Williams Isaac Tomas en el año 1923.
Todas las aportaciones de estos estudios se
han englobado en lo que en el mundo científico, incluso en el castellano
parlante, se ha denominado como teoría del framing. Hay que precisar que
utilizando el término inglés, se ha pretendido asumir una postura ecléctica que
concilie las distintas traducciones posibles, como "enfoque",
"encuadre", "marco" o incluso "formato" Ahora
bien, desde este trabajo se propone considerar el empleo de "teoría del
encuadre" como equivalente a "teoría del framing", puesto que
entiendo que ambos modos de expresión responden al mismo objeto de análisis,
sobre todo cuando se refieren al ámbito de los medios de comunicación, la mejor
forma de expresar artículos con mensajes exteriorizados y dirigidos a las
diferentes conductas humanas usando el sentido crítico de interpretación ciclo
social.
Desarrollo (la ciencia social
interpretativa en la Sociología)
La teoría del encuadre o framing tiene su
origen en el desarrollo de la denominada sociología interpretativa, aquella que
reúne "variantes recientes de la sociología, que concentran su atención en
los procesos intersubjetivos de definición de la situación. Es decir, en este
ámbito, la sociología se acerca a los intereses de la teoría del conocimiento y
pone el acento en que las aproximaciones a la realidad por parte de los
individuos se hacen teniendo en cuenta las aportaciones de los demás.
El concepto de "definición de la
situación" es introducido por (William Isaac Thomas) en 1923 al afirmar
que "las situaciones definidas como reales son reales en sus
consecuencias". De manera que la realidad interpretada pasa a constituirse
como la realidad social por excelencia. Antes de actuar, el individuo se hace una
idea de la situación que tiene ante él, consultando con sus actitudes y
conocimientos previos. Las personas no responden directamente a los hechos
objetivos, sino que lo hacen con referencia a su interpretación. Esta
interpretación, con contenidos normativos y sociales, condiciona su respuesta.
Max Weber (1864-1920).
También hizo aportes en lo que respecta con
la doctrina de la sociología interpretativa, es bien conocida y debatida dada su
controversia. Esta tesis asegura que la investigación social, económica e
histórica no puede nunca ser totalmente inductiva o descriptiva ya que uno debe
siempre aproximarse a ella con un aparato conceptual. Este aparato fue
identificado por Weber como tipo ideal. Se basa en lo siguiente: un tipo ideal
se forma a partir de características y elementos de ciertos fenómenos dados,
pero no intenta corresponderse con todas las características de un caso
particular. Es interesante compararlo con el concepto de Ferdinand Tönnies de
tipo normal.
Weber concedió que el empleo de tipos ideales
era una abstracción, pero afirmaba que sin embargo era esencial si uno
pretendía entender cualquier fenómeno social particular, ya que, a diferencia
de los fenómenos físicos, ellos involucran comportamientos humanos que deben
ser interpretados por tipos ideales. Esto, junto con su argumentación
antipositivista, puede ser visto como la justificación metodológica para la
asunción del hombre económico racional (Homo economicus).
Teoría Sociológica Simbólica – Interaccionismo Simbólico
George Herbert Mead, es la “raíz sociológica
de la acción comunicativa” y es la raíz teórica del interaccionismo simbólico.
Escribió “la mente, el sí mismo y la sociedad”, en su formación recibió
influencia de Wundt, con quien aprendió a analizar el gesto como comunicación.
La propuesta de Mead es que la mente y el sí
mismo emergen de un proceso social de individuación que va progresivamente
desde el gesto hasta el otro generalizado, pasando por el símbolo significativo
que es el salto cualitativo que se desencadena ese proceso constitutivo y
exclusivo de la conducta humana. Mente, sí mismo y sociedad son fases
entrelazadas de una acción que es esencialmente interacción comunicativa. El
fenómeno social que es el eje donde se da esta construcción compleja de la individualización
por la socialización es el lenguaje, o en palabras de Mead, el gesto vocal.
Las
Ideas de George Herbert
Para Mead, la psicología social tradicional
partía de la psicología del individuo para explicar la experiencia social;
Mead, en cambio, dio siempre prioridad al mundo social para comprender la
experiencia social. Mead (1934-1962) lo explica así:
En psicología social no construimos la
conducta del grupo social en términos de la conducta de los distintos
individuos que lo componen; antes bien, partimos de un todo social determinado
de compleja actividad social, dentro del cual analizamos (como elementos) la
conducta de cada uno de los distintos individuos que lo componen. Es decir
intentamos explicar la conducta del individuo en términos de la conducta
organizada del grupo social en lugar de explicar la conducta organizada del
grupo social en términos de la conducta de los distintos individuos que
pertenecen a él. Para la psicología social, el todo (la sociedad) es anterior a
la parte (el individuo), no la parte al todo; y la parte es expresada en
términos del todo, no el todo en términos de la parte o las partes.
Principalmente
el Interaccionismo simbólico surge en el pensamiento de Mead y se
desarrollo en la universidad de Chicago. Este filósofo encuentra entre los
precursores fundamentales de la comunicación social desde la sociología Aunque
él no era sociólogo, su importancia para
la socióloga y en particular para la sociología de la educación, reside en el
papel del proceso de interacción en el desarrollo de la personalidad. Para Mead
la fragilidad biológica del ser humano al nacer, lo obliga a interactuar y
cooperar con otros para asegurar sus supervivencia.
Entre sus conceptos claves de sus estudios se
encuentra la inteligencia. Para Mead la inteligencia no es una propiedad
individual de una persona, que residente en su masa neuronal. Para Mead la
Inteligencia es una construcción social que se desarrolla a lo largo de la
historia de una comunidad.
Los procesos mentales
En su análisis de los procesos mentales Mead
emplea una serie de conceptos similares que conviene distinguir. Antes de
hacerlo, es importante señalar que Mead solía pensar en términos de procesos
más que de estructuras o contenidos. De hecho, a Mead se le ha llamado con
frecuencia «filósofo de los procesos
Mead decía que el todo social precede a la
mente individual lógica y temporalmente. En la teoría de Mead, como veremos más
tarde, el individuo consciente y pensante es lógicamente imposible sin un grupo
social que le precede. El grupo social es anterior, y es él el que da lugar al
desarrollo de estados mentales auto consciente. George menciona que los
animales tienen inteligencia irracional, pero a diferencia de ellos, los
humanos tienen inteligencia racional o razón.
El acto
Mead considera el acto como la «unidad más
primitiva» de su teoría (1982). No es en
sí un fenómeno emergente, sino la base de toda emergencia. En otras palabras,
el acto es la base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis de
Mead. Es en su análisis del acto cuando Mead se aproxima más al enfoque del
conductista y se centra en el estímulo y la respuesta. Ahora bien, Mead creía
que el estímulo no provocaba una respuesta automática e irreflexiva en el actor
humano. Como señaló: «Concebimos el estímulo como una ocasión u oportunidad
para actuar, no como una compulsión o mandato»
El acto se divide en
cuatro fases:
1.
El Impulso: Reacción a un estímulo sensorial
inmediato y la reacción del actor al estimulo, la necesidad de hacer algo como
respuesta.
2.
Percepción: Es la capacidad que tiene un
individuo para seleccionar. Busca y reacciona a un estimulo relacionado con un
impulso.
3.
Acción: Una vez que se ha manifestado el
impulso y el objeto ha sido percibido, el siguiente paso es la manipulación del
objeto o, en términos más generales, la acción que la persona emprende con
respecto a él.
4.
Consumación: Satisfacer el impulso.
Junto a su teoría nace El Self, que es la
capacidad de considerarse a uno mismo como objeto. Esta capacidad es un proceso
social que tiene que ser desarrollado desde las primeras experiencias de
socialización.
Posee dos fases, que son las siguientes:
1.
El yo: Respuesta inmediata de un individuo a
otro.
2.
El mí: Es el conjunto organizado de actitudes
de los demás que una persona asume.
El Gesto
El gesto es para Mead, el mecanismo básico del
acto social en particular y del proceso social en general. Los gestos son
movimientos del primer organismo que actúan como estímulos específicos de
respuestas (socialmente) apropiadas del segundo organismo.
Símbolos Significantes
Un símbolo significante es una suerte de gesto
que sólo los humanos son capaces de realizar. Los gestos se convierten en
símbolos significantes cuando surgen de un individuo para el que constituyen el
mismo tipo de respuesta (no necesariamente idéntica), que se supone provocarán
en aquellos a quienes se dirigen. Sólo logramos la comunicación cuando
empleamos símbolos significantes; la comunicación, en su sentido más completo,
no es posible entre hormigas, abejas, etc.
Los
gestos físicos pueden ser símbolos significantes, pero como ya hemos visto, no
lo son propiamente porque las personas no pueden ver u oír con facilidad sus
propios gestos físicos. Así, son las vocalizaciones las que suelen convertirse
en símbolos significantes, si bien no todas se convierten en ellos. El conjunto
de gestos vocales que tiene mayor probabilidad de convertirse en símbolos
significantes es el lenguaje: “Un símbolo que responde a un significado en la
experiencia del primer individuo y que también evoca ese significado en el
segundo individuo. Cuando el gesto llega a esta situación, se ha convertido en
lo que llamamos «lenguaje». Es ahora un símbolo significante y representa
cierto significado. En una conversación de gestos, sólo se comunican gestos”.
Sin embargo, el lenguaje implica la comunicación tanto de gestos como de sus
significados.
Principales Raíces Históricas
Pragmatismo
Conductismo
Entre el reduccionismo y el sociologismo
Principales Raíces Históricas
Comenzamos nuestro análisis del
interaccionismo simbólico con las ideas de Mead2, quien, en realidad, enseñó
filosofía y no-sociología en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta 1931
(Faris, 1970). Sin embargo, muchos estudiantes de doctorado de sociología
eligieron sus cursos. Fueron sus alumnos los que posteriormente vertieron la
«tradición oral» del interaccionismo simbólico de Mead (M. Kuhn, 1964) al reino
de la escritura, ya que utilizaron los apuntes de las clases de Mead para
construir su importante obra, Mind, Self and Society: FromtheStandpoint of a
Social Behaviorist [Espíritu, persona y sociedad. Desde el punto de vista del conductismo
social] (Mead, 1934/1962). Las raíces intelectuales más influyentes de la obra
de Mead en particular y del interaccionismo simbólico en general, son la
filosofía del pragmatismo y el conductismo psicológico (Joas, 1985; Rock,
1979)3.
Pragmatismo
El pragmatismo es una amplia perspectiva
filosófica en la que pueden identificarse diversos aspectos que influyeron en
el desarrollo de la orientación sociológica de Mead (Charon, 1985). En primer
lugar, para los pragmáticos la verdadera realidad no existe «fuera» del mundo
real; «se crea activamente a medida que actuamos dentro y hacia el mundo»
(Hewitt, 1984: 8; véase también Shalin, 1986). En segundo lugar, las personas
recuerdan y basan su conocimiento.
Identificamos tres aspectos centrales del interaccionismo
simbólico: (1) el análisis de la interacción entre el actor y el mundo; (2) una
concepción del actor y del mundo como procesos dinámicos y no como estructuras
estáticas; y (3) la enorme importancia asignada a la capacidad del actor para
interpretar el mundo social.
El último aspecto es el que resalta en la obra
del filósofo pragmático John Dewey. Dewey no concebía la mente como una cosa o
una estructura, sino como un proceso de pensamiento que implicaba una serie de
fases. Estas fases son: la definición de los objetos del mundo social, la
determinación de los posibles modos de conducta, la anticipación de las
consecuencias de cursos alternativos de acción, la eliminación de posibilidades
improbables y, finalmente, la elección del modo óptimo de acción (Stryker,
1980). Este enfoque sobre los procesos de pensamiento influyó profundamente en
el desarrollo del interaccionismo simbólico. De hecho, David Lewis y Richard
Smith afirman que Dewey (junto a William James) influyó más en el desarrollo
del interaccionismo simbólico que Mead.
Incluso llegaron a señalar que «la obra de
Mead se sitúa en la periferia de la corriente principal de la sociología
inicial de Chicago» (Lewis y Smith, 1980: xix)
Estos autores distinguían entre dos tipos de
pragmatismo: el “realismo filosófico” (asociado a Mead) y el «pragmatismo
nominalista» (relacionado con Dewey yJames). En su opinión, el interaccionismo
simbólico recibió una mayor influencia del enfoque nominalista e incluso era
incompatible con el realismo filosófico. La perspectiva nominalista consiste en
afirmar que, aunque los macro fenómenos existen, no tienen «efectos
independientes y determinantes sobre la conciencia yla conducta de los
individuos» (Lewis y Smith, 1980: 24). Esta perspectiva«concibe los individuos
como actores existencialmente libres que aceptan, rechazan, modifican o, en
cualquier caso, "definen" las normas, los roles, las creencias, etc.
de la comunidad de acuerdo con sus intereses personales y planes del momento»
(Lewis y Smith, 1980: 24). En cambio, para los realistas sociales lo importante
es la sociedad y cómo constituye y controla los procesos mentales delos
individuos. Los actores no son libres, sus cogniciones y conductas están controladas
por el conjunto de la comunidad
Dada esta distinción, podemos comprobar que la
obra de Mead se acomoda más bien en la perspectiva realista y, por tanto, no
conecta con la dirección nominalista que adoptó el interaccionismo simbólico.
Herbert Blumer es el principal representante de esta última dirección, aunque
sostuvo que trabajaba con un enfoque meadiano. La cuestión de las diferencias
entre Mead y Blumer es importante; la volveremos a tocar más adelante en este
capítulo cuando nos ocupemos de la metodología. En el nivel de la teoría Lewis
y Smith captaron la esencia de sus diferencias: Blumer... se orientó
completamente hacia el interaccionismo psíquico... A diferencia del conductista
social meadiano, el interaccionista psíquico mantiene que los significados de
los símbolos no son universales y objetivos; antes bien, los significados son
individuales y subjetivos en el sentido de que es el receptor el que los
«asigna» a los símbolos de acuerdo con el modo en que los “interpreta”. (Lewis
y Smith, 1980: 172)
Conductismo
La interpretación de Lewis y Smith de la obra
de Mead se ve reforzada por el hecho de que Mead recibió también la influencia del
conductismo psicológico (J. Baldwin, 1986, 1988a, 1988b), perspectiva que
también le condujo en una dirección realista y empírica. De hecho, Mead
distinguió claramente su conductismo social del conductismo radical de John B.
Watson (que fue uno de los alumnos de Mead).
A los conductistas radicales seguidores de
Watson (K. Buckley, 1989) les preocupan las conductas observables de los
individuos. Se centran en los estímulos que provocan las respuestas, o
conductas, en cuestión. Rehusaron asignar demasiada importancia a los procesos
mentales encubiertos que ocurrían en el tiempo que mediaba entre el estímulo y
la emisión de la respuesta. Mead reconocía la importancia de la conducta
observable, pero también creía que había aspectos encubiertos de la conducta
ignorados por los conductistas radicales.
Pero como asumía el empirismo básico del
conductismo, Mead no se contentó con filosofar en torno a estos fenómenos
encubiertos. Intentó, pues, extender la ciencia empírica del conductismo a
ellos, es decir, a lo que ocurre entre el estímulo y la respuesta. Bernard
Meltzer resumió así la postura de Mead:
Para Mead, la unidad de estudio era «el acto»,
que comprende tanto aspectos encubiertos como aspectos descubiertos de la
acción humana. Dentro del acto, la totalidad de las diferentes categorías de
las psicologías ortodoxas tradicionales encuentran su lugar. La atención, la
percepción, la imaginación, el razonamiento, la emoción, etcétera, son
consideradas como parte del acto... el acto, pues, engloba todos los procesos
implicados en la actividad humana. (Meltzer, 1964/1978: 23) Mead y los
conductistas radicales también disentían en sus ideas sobre la relación entre la conducta humana y animal.
Mientras los conductistas radicales solían no identificar diferencia alguna
entre los humanos y los animales, Mead afirmaba que había una diferencia
cualitativa importante. Esta diferencia residía en que los humanos poseen
facultades mentales que les permiten utilizar el lenguaje entre el estímulo y
la respuesta para decidir su respuesta.
Mead reconoció su deuda con el conductismo
watsoniano, a la vez que expresaba también su alejamiento de él. Ello quedó muy
claro cuando afirmó: «Enfocaremos este último campo [la psicología social]
desde un punto de vista conductista». Pero al mismo tiempo criticaba la
perspectiva de Watson cuando señalaba: «El conductismo que utilizaremos
nosotros es más adecuado que el que emplea Watson» (1934/1962: 2, cursivas
añadidas). Charles Morris, en su introducción a Mind,Self and Society, enumeró
tres diferencias básicas entre Mead y Watson. En primer lugar, Mead calificó de
demasiado simplista el enfoque excluyente de Watson. En efecto, acusó a Watson
de sacar la conducta de su amplio contexto social. Mead prefirió analizar la
conducta como una pequeña parte del complejo mundo social.
En segundo lugar, Mead acusó a Watson de no
estar dispuesto a extender el conductismo a los procesos mentales. Watson
carecía de una concepción de la conciencia y los procesos mentales del actor,
como Mead señaló vívidamente: «La actitud de John B. Watson fue la de la Reina
de Alicia en el país de las maravillas:"¡Cortadles la cabeza!"; tales
cosas no existían. No existía la imaginación ni la conciencia» (1934/1962:
2-3). Mead contrapuso su perspectiva a la de Watson: «Es conductista, pero, a
diferencia del conductismo watsoniano, reconoce las partes del acto que no
aparecen a la observación externa» (1934/ 1962: 8).
Concretamente, Mead se trazó la tarea de
extender los principios del conductismo watsoniano a los procesos mentales.
Finalmente, como Watson rechazaba la mente, Mead percibió en su obra una imagen
pasiva del actor en la que éste aparecía como un títere. Mead tenía una
concepción más dinámica y creativa del actor, y esto es lo que atrajo a los
interaccionistas simbólicos posteriores.
El pragmatismo y el conductismo, en especial
los representados por las teorías de Dewey y de Mead, se transmitieron a muchos
estudiantes de doctorado de la Universidad de Chicago principalmente durante
los años veinte. Estos estudiantes, entre ellos Herbert Blumer, fundaron el
interaccionismo simbólico. Indudablemente, otros teóricos destacados, entre
ellos Georg Simmel, influyeron también en estos estudiantes. El interés de
Simmel por las formas de la acción y la interacción era compatible con la
teoría mediana. Por supuesto, el desarrollo de la interacción simbólica estuvo
influido por otras teorías, pero el pragmatismo, el conductismo radical y la
teoría de Simmel son, con diferencia, las influencias más importantes.
Entre el reduccionismo y el sociologismo Blumer
acuñó el término interaccionismo simbólico en 1937 y escribió varios ensayos
instrumentales para su desarrollo. Mientras Mead se afanó por diferenciar el
interaccionismo simbólico naciente del conductismo, Blumer creía que el
interaccionismo simbólico batallaba en dos frentes. Primero, contra el
conductismo reduccionista que preocupaba a Mead. En segundo lugar, estaba la
grave amenaza de las teorías sociologistas macro, en especial del funcionalismo
estructural. Para Blumer, el conductismo y el funcionalismo estructural tendían
a centrarse en los factores (tales como los estímulos externos y las normas)
que determinaban la conducta humana. En opinión de Blumer, ambas perspectivas
ignoraban los procesos cruciales por los que los actores confieren significado
a las fuerzas que actúan sobre ellos y sus propias conductas (Morrione, 1988).
Desde el punto de vista de Blumer estaba claro
que los conductistas eran reduccionistas psicológicos, porque subrayaban la
influencia de los estímulos externos sobre la conducta humana. Además del conductismo
le inquietaban otros muchos tipos de reduccionismo psicológico. Criticó también
a los que intentaban explicar la acción humana basándose en las nociones
convencionales del concepto de «actitud» (Blumer, 1955/1969: 94). Para él, la
mayoría de los que utilizaban este concepto interpretaban la actitud como una
«tendencia pre organizada» del actor; solían concebir las acciones como si
estuvieran dictadas por las actitudes. Desde su punto de vista se trataba de
una reflexión muy mecanicista; lo importante no era la actitud como una
tendencia internalizada, sino como «el proceso definitorio a través del cual el
actor forja su acto» (Blumer, 1955/1969: 97). También criticó a los que se
centraban en los motivos conscientes e inconscientes. En particular le irritaba
la idea de que los actores se movieran por impulsos independientes y
mentalistas sobre los que supuestamente no tenían control.
La teoría freudiana, que considera que los
actores están impulsados por fuerzas tales como la libido, constituye un ejemplo
del tipo de teoría psicológica al que se oponía Blumer. En suma, se oponía a
toda teoría psicológica que ignorara el proceso por el que los actores
construían el significado: el hecho de que los actores tienen self y de que se
relacionan consigo mismos. Así, las críticas generales de Blumer se asemejan a
las de Mead, pero aquél fue mas lejos al criticar también otras formas de
reduccionismo psicológico. Blumer también se oponía a las teorías sociologistas
(en especial al funcionalismo estructural) que consideran que la conducta
individual está determinada por macrofuerzas exteriores. Blumer incluyó en esta
categoría teorías que se centraban en factores culturales y socio-estructurales
tales como «"el sistema social", "la estructura social",
"la cultura", "la posición de estatus", "el rol
social", "la costumbre", "la institución", "la
representación colectiva", "la situación social", "la norma
social", y "los valores"» (Blumer, 1962/1969: 83). Las teorías
sociologistas, como las conductistas, ignoran la importancia del significado y
de la construcción social de la realidad. He aquí cómo Blumer resumió sus
críticas de las teorías sociologistas y psicológicas:
En sendas explicaciones típicamente
sociológicas y psicológicas los significados de las cosas para los seres
humanos que actúan son bien ignorados, bien absorbidos por los factores
utilizados para explicar su conducta. Si se declara que determinados tipos de
conducta son el resultado de unas fuerzas particulares que las producen, no hay
necesidad alguna de preocuparse por el significado de las cosas hacia las que
actúan los seres humanos.
(Blumer, 1969b: 3)Puestos en antecedentes,
estamos ya preparados para analizar los principios básicos del interaccionismo
simbólico. Primero, sin embargo, examinaremos las ideas de George H. Mead, el
pensador más importante en la fundación del interaccionismo simbólico, y su
obra más destacada, Mind, Self and Society. La obra de Mead está lejos de tener
sólo un interés meramente histórico, y ello se demuestra en una obra reciente
sobre el interaccionismo simbólico, SignifyingActs, en la que su autor, Robert
Perinbanayagam le considera «un genio de primer orden» y señala que su libro
«es, después de todo, un estudio de las ideas de Mead» (1985: xiii).
Referencias bibliográficas
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